Contenido del curso
Qué es, Qué pasa y Curiosidades
El duelo es una lucha interna ante pérdidas significativas, una respuesta natural y universal que afecta a niveles físico, emocional, intelectual, relacional, conductual y espiritual. Anestesiar el dolor no resuelve el duelo, pues es necesario adaptarse a la nueva realidad. Está presente a lo largo de la vida y es parte intrínseca del ser humano, con cada persona enfrentándolo de manera única. La historia de Buda y la madre ilustra cómo la muerte afecta a todos, enseñándonos a enfrentar el duelo y reconstruir nuestra vida.
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Las Tareas del Duelo
Aquí exploramos las tareas del duel; el shock o trauma, la negación y protección, la integración y conexión, y el crecimiento y transformación. Comprender estas etapas te ayudará a enfrentar el proceso de duelo de manera más efectiva y a encontrar respuestas a tus necesidades emocionales, permitiendo la sanación y adaptación a la nueva realidad. Aprende a valorar y aceptar tus emociones para avanzar en este proceso natural y necesario.
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Mitos, Tópicos, Necesidades y Recursos
El duelo es un proceso individual y complejo, rodeado de mitos y falsas creencias. Algunos de estos mitos incluyen que el tiempo lo cura todo, el duelo tiene una duración específica y la necesidad de despedirse. Estas creencias pueden ser perjudiciales y es importante adaptarlas a las necesidades individuales. Reconocer y respetar las diferencias en el proceso de duelo es fundamental para brindar apoyo adecuado y facilitar la sanación emocional.
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Navegando por el Duelo
Acerca de las clases
  • Está presente durante todo el transcurso de nuestra vida. 
  • Es un proceso natural que forma parte del ser humano. 
  • Aparece cuando se pasa por una situación de cambio, de pérdida. 
  • Cada ser tiene su propia manera y su ritmo para transitarlo.

Breve historia de Buda:

Cuentan que una madre llorosa se acercó a Buda con su hijo muerto en brazos. “¡Por favor, iluminado, ayúdame!” le dijo con el rostro cubierto de lágrimas. “¿Qué puedo hacer por ti?” preguntó Buda extendiéndole la mano. “Cura a mi hijo, no puedo vivir sin él. Tú eres un hombre de grandes poderes, devuélvele la vida”. Buda esbozó una sonrisa compasiva y le dijo “con gusto haré lo que me pides y sólo te pediré algo a cambio: debes traerme tres semillas de mostaza que obtengas de un hogar al que jamás haya visitado la muerte”. La madre se alegró, y con el niño sin vida aún en brazos, corrió rumbo a la aldea para cumplir su parte.


En la primera puerta que tocó una mujer se ofreció a entregarle las semillas. “Seguramente que en esta casa nadie ha muerto” dijo la madre. “Los que vivimos bajo este techo somos pocos, comparado con todos los que murieron aquí” dijo la mujer, así que la madre debió rechazar las semillas. En la segunda puerta se enteró que hacía un año el hermano del dueño había muerto a causa de un accidente. Lo mismo le sucedió el resto del día: si no había sido un hermano, era un hijo o algún otro familiar el que había fallecido en el pasado. Al atardecer volvió al bosque, aún con el niño sin vida en sus brazos «Así que no hay cura para la muerte, después de todo” pensó y enseguida dejó al pequeño sobre una cama de flores.


Luego regresó al lugar donde se encontraba Buda y le dijo con resignación “es imposible, no existe el hogar que jamás haya conocido la visita de la muerte”. “No eres la única que ha perdido un hijo frente a la muerte” dijo Buda. “Por favor, admíteme como tu discípula” pidió. La mujer fue inmediatamente aceptada.

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